sábado, 24 de marzo de 2007

Gayatri 7 Enero 2005

El joven sigue al maestro, desea aprender el camino de la realización del ser; por momentos en su mente todo aparece claro, en otras ocasiones todo es confusión; no entiende bien porque el maestro lo rechaza; o lo que es peor, lo ignora. Ignora su ansiedad por alcanzar al Supremo. Insiste, una dos, tres veces: cuánto insistió? No lo recuerda. Un cierto día, el maestro le pide que lo acompañe y lo lleva a las orillas del lago, los dos se bañan, de pronto el maestro lo empuja hacia abajo y lo retiene. El aspirante permanece unos minutos en ese estado de exasperación por la falta de oxigeno. El maestro lo mira a los ojos y le dice: “cuando anheles el conocimiento tanto como el aire, regresa”.
Todos llevamos dentro nuestro la semilla del buscador espiritual; no hay santo sin pasado, no hay pecado sin remedio, dice el dicho popular. Transformar el anhelo en realidad, la ansiedad en trascendencia gozosa es una tarea ineludible si deseamos ser sinceros.
Todo nuestro ser corporal, mental y emocional requiere de una transformación que permita el ingreso masivo de la luz de Dios; para que esa transformación sea posible debe estar basada en actos previos: aprender y comprender si esto ocurre estamos en condiciones de aprehender y podemos ingresar a la bella avenida de la transformación.
Transformación significa unificarnos con los reinos celestiales con todo nuestro ser y con toda nuestra alma, al estilo de los salmos del dulce cantor de Israel, “por las noches te busco y en las mañanas te elevo mi canto”. Lo físico, mental y emocional debe ser un altar encendido para el servicio divino todas las noches, todas las mañanas, durante todas nuestras vidas. De ahí la importancia de aprender, comprender y aprehender. Se trata de muestra vida, este complejo aparato físico, emocional, mental y psíquico que debe estar dispuesto en orden a la santidad. No es un pensamiento, una construcción gramatical, es la vida, la oportunidad de lograr la santidad. Nuestra vida no puede estar a la venta en los escaparates de los mercados, aunque estos se vistan con aires espirituales. Debemos afrontar valientemente nuestros desordenes prácticos y elevarlos a un nivel de santidad. La vida en este mundo tiene todo de maravilloso y al mismo tiempo los rasgos de inevitables sufrimientos es imposible reemplazarlos.
Dónde van las palabras cuando mueren, a que alcoba de los vientos son desterrados nuestras creaciones mentales? Conservaremos los cadáveres que creamos en nuestras fantasías?
El gayatri mantra nos enseña que todo es un fluir, y que este fluir, esta preñado de santidad. El ritmo natural de la creación contenido en 24 silabas restaura en nosotros la luz original cuando Brahmán era uno sin segundo, como lo declaran los upanishad. La dulce canción impregna la conciencia del buscador y hace que la semilla germine en una maravillosa planta de santidad, amor y compasión. Comprendemos todo lo creador cuando somos capaces de repetir el gayatri mantra con el corazón abierto a la maravilla de la luz.
Muchos devotos de la Madre Gayatri saben de esto. Podemos decir que hay tres tipos de avances en el sendero de gayatri vedanta: la repetición del gayatri como sadhana cotidiana; la repetición con sentimiento espiritual (bhava); y cuando el mantra se canta así mismo como una meditación deslumbrante en centros energéticos. Es posible que los devotos logren estados simultáneos de estos tres avances por contados segundos en un determinado tiempo. Debemos avanzar, con voluntad y disciplina hasta lograr una percepción de la santidad cada vez más expansiva. Otros devotos, ya poseen la gracia infinita, que desciende sobre ellos y se descubren que la divina vibración es un susurro en medio de la brisa, una suave canción capaz de transformar cada célula de nuestra actual vida humana.